Si te dieran la opción de invertir en México o en un país que es de las quince economías más grandes del mundo, cuya población puede ser categorizada como de ingreso medio-alto, ubicado dentro de una de las regiones más competitivas del planeta, con acceso a mercados de todo el mundo gracias a su amplia diversidad de acuerdos comerciales, con baja inflación gracias a una política monetaria que goza de reconocimiento internacional y cuyo crecimiento económico no está comprometido ante las vicisitudes financieras internacionales, ¿qué escogerías? La buena noticia es que México es exactamente la economía descrita.
En el contexto de las pasadas elecciones federales, con frecuencia sólo se habló de los problemas de México en temas de seguridad y corrupción. Al margen de estos tópicos, en el terreno económico y financiero, el país sigue teniendo un potencial enorme para crecer y creemos que la nueva administración enfocará su esfuerzo en precisamente mejorar el entorno social y de gobernanza. México sigue siendo una economía cuya complejidad y diversidad va en aumento, dejando atrás el crecimiento basado en industrias extractivas. Tras la integración del país al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la economía ha transitado hacia actividades manufactureras de alta especialidad y servicios de valor agregado, integrándose así a las principales cadenas productivas a nivel mundial.
Las finanzas públicas han reducido su dependencia en ingresos petroleros, sustituyéndolos por una mayor y mejor recaudación tributaria. El robustecimiento de la economía y finanzas públicas mexicanas es tal que a pesar de los recientes embates financieros internacionales, la caída de los precios del petróleo en 2014 y la volatilidad del dólar en 2016, la economía mexicana siguió creciendo al alcanzar en varios Estados tasas de crecimiento superiores al 4% anual.
Otro aspecto a destacar es el compromiso que las distintas administraciones federales han tenido desde hace décadas, independientemente de su partido, con la estabilidad macroeconómica. El Banco Central ha jugado un papel fundamental en este sentido, pues se ha mostrado dispuesto a tomar las medidas necesarias para alcanzar su objetivo de inflación de forma consistente. Evidencia de ello es el reconocimiento internacional que han recibido instituciones autónomas como el Banco de México y el Instituto Nacional de Geografía y Estadística. Aunado a esto, las autoridades financieras han mostrado un sólido compromiso por fortalecer y modernizar el marco legal del sistema financiero, como lo es la reciente aprobación de la Ley de Instituciones Tecnológicas, en las que se regulan las actividades Fintech.
Si bien puede argumentarse que la estabilidad macroeconómica es condición necesaria, pero no suficiente para el desarrollo, la entrada de un nuevo gobierno con un enfoque de desarrollo social puede ser la pieza que faltaba para distribuir los beneficios de la apertura comercial y la sofisticación de la economía hacia todos los sectores de la sociedad. En este sentido, podríamos esperar que la nueva administración dé un impulso a la inversión pública y al desarrollo regional, lo que podría traer como consecuencia un crecimiento importante en el consumo y la reducción de la pobreza en aquellas regiones que actualmente transitan por una contracción económica.
Hay elementos para tener una expectativa positiva respecto al futuro de la economía mexicana y el futuro es más brillante que nunca.
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